Para entender lo que es una otitis serosa, necesitamos comprender algunos aspectos básicos de la anatomía y funcionamiento del oído.
Justo detrás del tímpano, existe una cavidad donde se albergan los huesecillos del oído, llamada caja timpánica. En condiciones normales, para el buen funcionamiento del oído, esta cavidad debe estar llena de aire, a la misma presión que la presión atmosférica.
Para conseguir igualar la presión atmosférica, el oído dispone de una estructura anatómica llamada trompa de Eustaquio. La trompa de Eustaquio une la cavidad timpánica con la nariz, conectando el oído con el aire exterior. En reposo, esta estructura permanece cerrada, abriéndose una fracción de segundo con los movimientos de bostezo o al tragar.
Cuando, o bien por inmadurez de la trompa (en los niños), o por obstrucción de la misma (por vegetaciones adenoideas), esta no funciona, la presión de la cavidad timpánica empieza a descender, siendo la presión inferior a la presión atmosférica. Esto da como resultado que el tímpano “se hunda” levemente, produciendo una sensación de taponamiento y de sordera leve.
Cuando la trompa sigue sin funcionar adecuadamente y esta condición se prolonga en el tiempo, la cavidad timpánica se comienza a llenar de líquido que viene de las propias paredes de la cavidad. Más tarde ese líquido se convierte en moco. Esto es precisamente una otitis serosa o seromucosa.
Una otitis serosa se trata de una condición del oído en el que se acumula moco dentro de la caja timpánica, detrás del tímpano. Ocurre con frecuencia en los niños, dado que tienen la trompa de Eustaquio inmadura.